Domingo XVII

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El milagro de la multiplicación de los panes nos invita a tener presente al Dios de la vida está siempre dispuesto a obrar a favor de nosotros… Sana, libera, visita, libera a su pueblo. Ha querido ser parte de nuestra historia. Nos da todo lo que necesitamos en cada momento y circunstancia.
Hoy como ayer, Dios sigue distribuyendo sus dones, sus capacidades entre todos los que vivimos en este mundo. Podría haber comida de sobra para todos los seres humanos si todos supiéramos compartir.
¿Cómo, no? Si nuestro mundo está hambriento de paz y de pan. ¿Qué podemos hacer para que ya no haya gente que muere de hambre de pan, hambre de cariño, hambre de ser respetado, hambre de ser acompañado, hambre de ser tomado en cuenta?
¿Qué va cambiar en mi vida? ¿Qué ofrezco hoy al Señor para que Él haga signos milagrosos por medio de mí?
Que el Dios que nos une una sola familia y que nos alimenta del mismo pan de la Eucaristía nos anime con su único Espíritu a ser caritativos, generosos y claro se cumplirán muchos milagros y todos serán colmados de lo que necesiten. Jesús te ofrezco los cinco panes de lo que yo soy, de lo que tengo, de mi vida completa, de mi inteligencia. ¡Con esto que soy, con lo que soy puedes hacer milagros!

P. Bolivar Paluku, a.a.