Domingo I de Cuaresma C: Con Cristo, superemos las tentaciones de la codicia.

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Estamos en marcha hacia pascua. Vivimos la cuaresma: tiempo de intensa oración y de revisión profunda de nuestra vida de fe. Es un tiempo de acompañar a Jesús quien, en el desierto tuvo que lidiar con las tentaciones sin consentirlas. Entramos en desierto para encontrarnos con Dios. Cuarenta días durará este tiempo privilegiado. Así como cuarenta años habrá pasado el pueblo elegido yendo hacia la tierra de la promesa.  Jesús tuvo que pasar cuarenta días en el desierto en soledad. Para El, fue no solo un tiempo de retiro y soledad; sino también tiempo de lucha fuerte contra satanás: “fue tentado por el diablo” (Lc 4, 2). En medio de la aridez de ese desierto, Jesús tuvo hambre. El maligno quiso aprovechar de esta situación para desviar la atención del Salvador proponiéndole pan, poder y gloria. Sin embargo, Jesús, con la fuerza de la Palabra de Dios supo superar estas propuestas aparentemente placenteras y atrayentes que se le ofrecían.  La victoria de Jesús fue el saber permanecer en la voluntad del Padre y no en una simple pretensión vanidosa. La cuál puede ser una de las muchas tentaciones de nuestro tiempo. En todo, el Señor es “nuestro refugio, nuestro baluarte”.

Con el relato de las tentaciones aprendemos que cuando se busca con ambición el poder, el triunfo, la gloria (en cuanto reconocimiento obsesivo), allí está satanás obrando.  Y, nuestro triunfo sobre las tentaciones la conseguimos tomando en serio esta indicación de Jesús: “Adoraras al Señor tu Dios y solo a Él darás culto” (Lc 4, 8). Sabiendo que somos un don de nuestro Dios, solo Dios debemos buscar hacer que Él sea el centro de nuestras preocupaciones de cada día.  Todo cuanto podamos hacer como lucha debemos hacerla con Dios y desde Dios.

Si en su desierto Cristo superó las tentaciones, confiamos que con Él también superaremos las pruebas que nos toca vivir. Por eso, hoy, vivimos este tiempo con esperanza de vencer todo lo que nos aqueja. Solo el Dios que libró su pueblo de la opresión podrá liberarnos. Él puede fortalecernos para que desde Él superamos los altibajos del caminar diario. Con Él podemos ser liberados del afán de ser reconocidos a toda costa o de querer tenerlo todo sin pensar en Dios ni el prójimo. Podemos vencer la codicia.

En medio de las tribulaciones y trampas que sufrimos, estos días, dentro de la Iglesia por haber cedido a las seducciones de satanás, pidamos el auxilio de volver a recentrar nuestra vida en Cristo. Y no olvidemos de invocar el nombre de Jesús cuando somos tentados ya que Él está siempre con nosotros en el peligro y en cualquier prueba. Dejemos que Él se nos adelante en nuestras luchas por salir adelante. Ya que “todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (Rom. 10, 13).

Ofrezcamos nuestras vidas como ofrenda agradable a Dios reconociendo la alianza o pacto de amor que él ha hecho por nosotros, su pueblo. ¡Seamos fieles a su amor tanto en los pequeños como en los grandes compromisos de cada día…

¡Ante la tentación de vivir amargados, de despreciarse unos a otros por intereses mezquinos, confiemos en Dios y vibremos con la alegría de saber que hemos sido liberados y salvados por Jesucristo, el Salvador que venció al diablo, lo vence hoy y lo seguirá venciendo por los siglos de los siglos!

P. Bolivar Paluku Lukenzano, aa.