Carta con ocasión del 175º aniversario de la fundación de nuestra Congregación

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Entra en el gozo de tu Señor (Mt 25, 23) 

Carta con ocasión del 175o aniversario de la fundación de nuestra Congregación 

Queridos Hermanos, queridos amigos de la Alianza, 

El próximo mes de diciembre entramos en el año jubilar del 175o aniversario de la fundación de nuestra congregación asuncionista. Me gustaría que este año esté marcado por la alegría, y particularmente por la alegría de vivir nuestra vocación de religiosos y herederos del P. Manuel d’Alzon. Un año en el que podremos manifestar nuestro apego a Cristo en fidelidad a nuestro amado fundador. Un año para conmemorar a todas las figuras que contribuyeron a hacer de la Asunción lo que hoy es. Un año para dar gracias a Dios por habernos llamado a servirle. 

Aunque tengamos no pocas razones para estar pesarosos, incluso afligidos, creo que la alegría es el mejor testimonio que podemos dar hoy a nuestro mundo. No estoy abogando por un voluntarismo forzado o una evasión de la realidad; propongo simplemente volver a nuestro compromiso de seguir al Señor hasta el final como buenos servidores. 

La alegría es el fruto de la pasión por el Reino que nos habita. Sin esta pasión sólo puede haber activismo sin horizonte. El Reino de Dios que tenemos la misión de anunciar ya está ahí, y es fuente de felicidad infinita. La alegría es también una manifestación de nuestra gratitud. Agradecimiento por tener un fundador cuya santidad esperamos ver pronto plenamente reconocida. Orgullo de pertenecer al linaje de Manuel d’Alzon que fue un ferviente apóstol del Evangelio en una coyuntura de crisis aguda. Alegría de pertenecer a su ascendencia espiritual y de poder compartirla con nuestros hermanos y hermanas de la Alianza laicos-religiosos. Tenemos un carisma, una tradición y una historia marcada por la adhesión a Cristo, a la Virgen y a la Iglesia. Si seguimos viviendo en este espíritu asuncionista, tenemos la seguridad de que las fuerzas del mal no tendrán la última palabra y de que la Asunción, por su parte, podrá continuar su camino con el convencimiento de que Dios no la abandonará. 

Es también la alegría de tener una Regla de Vida, una manera de vivir el Evangelio entre nosotros y para el mundo en una fraternidad sin fronteras. Nuestra alegría cobra profundidad también en nuestra misión apostólica. La Asunción es una congregación apostólica y misionera. Nuestra energía se despliega en muchos sectores, con la ayuda de Dios: parroquias, educación, comunicación, misiones en el extranjero, solidaridad con los pobres, estudios, etc. En cada una de nuestras empresas tenemos la ambición de ser testigos gozosos del Reino de Dios. 

El Año Jubilar no estará dedicado solamente a hacer memoria; nos invitará además a ampliar nuestros horizontes para ser cada vez más audaces y celosos. Es urgente movilizarse aún más y mejor en pro del anuncio del Evangelio. La mediocridad y la monotonía son venenos que obstaculizan el crecimiento del Reino. Jesús nos llama a anunciar las Bienaventuranzas. ¿Quizás nosotros mismos necesitamos vivir mejor de su espíritu para ser creíbles? Pero estoy convencido de que, con ayuda del Espíritu Santo, podemos ser aún más significativos en nuestra consagración. ¡Volvamos a nuestro primer amor como se lo pide Dios a la Iglesia de Éfeso! (Ap 2,4). Se trata de ser, en verdad, hombres enteramente consagrados al Señor, es decir, enteramente entregados a Él para amarle y servirle con un corazón sincero e indiviso. ¡Y atención a nuestras solidaridades! Hemos elegido a Cristo y esta elección nos compromete a servirle en todo y en todas partes. En muchos casos tenemos tendencia a dar prioridad a nuestra solidaridad natural: nuestras familias, nuestro país, nuestra cultura y olvidamos que Cristo ha planteado exigencias para que estemos con Él. 

La Asunción no se limitará a celebrar las bellas páginas del pasado; también se preparará para escribir otras nuevas en disponibilidad a las llamadas de Dios. En un mundo que duda y, a pesar de todo, espera ¿seremos capaces de afrontar el reto? Sinceramente creo que sí. 

Podemos mirar al futuro con confianza si nos entregamos totalmente en las manos de Aquel que todo lo puede. No tenemos recursos económicos importantes; no tenemos una reputación que nos sitúe entre los grandes de este mundo o de la Iglesia. Tenemos nuestras debilidades y nuestras pobrezas, pero tenemos la riqueza de Jesucristo, que es nuestra verdadera herencia. Y eso nos llena de alegría. Ni oro, ni plata, pero lo que tenemos es el nombre de Jesús… 

Celebrar un jubileo es a la vez mirar al pasado con agradecimiento y abrir el futuro con esperanza. Con san Pablo podemos decir: “Por tanto, el que está en Cristo es una nueva creación. Pasó lo viejo, todo es nuevo”. Este nuevo mundo cuya presencia anuncia Pablo es el que nosotros anunciamos a través de nuestra vida cotidiana y nuestra consagración religiosa. Hemos de pasar de la vetustez del pecado a la novedad del Evangelio. Podemos estar orgullosos de nuestra pertenencia a la Asunción. Nuestra congregación, pequeña familia religiosa fundada en la Francia del siglo XIX, ha sabido pasar por muchas pruebas y tribulaciones y avanzar paso a paso en el seguimiento de Cristo. No somos nostálgicos de un ayer ya pasado, sino aventureros de un tiempo nuevo. La novedad se encuentra en Jesucristo y sólo en Él. 

En las Provincias se harán varias propuestas para el año jubilar. Os invito a todos a participar activamente en ellas y a suscitar otras iniciativas en comunidad local con nuestros hermanos y hermanas de la Alianza laicos-religiosos. También ellos quedan invitados a suscitar, por su parte, propuestas para estimularnos aún 

más. Mi deseo es que cada comunidad organice un día de retiro sobre el tema de los “tiempos nuevos”. Somos conscientes, con el papa Francisco, de que la Iglesia está atravesando una crisis profunda. Debemos verla como un tiempo de verdad y de purificación necesarias para relanzar nuestra marcha. La alegría ha de guiarnos, no el miedo. 

Podemos escuchar de nuevo lo que Juan Pablo II decía en su exhortación apostólica Vita consecrata (n° 110): “¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas”. 

Si los religiosos asuncionistas y los laicos de la Alianza se apasionan por el Hijo del Hombre, entonces, como me gusta decir, la Asunción no ha dicho su última palabra. Con Manuel d’Alzon estamos disponibles para las grandes causas de Dios y del hombre. ¡Que este jubileo de los 175 años de la fundación de los Agustinos de la Asunción sea un tiempo de gracia para todos! 

Fraternalmente, 

Padre Benoît GRIÈRE a.a. Superior General 

Día de Todos los Santos 1 de noviembre de 2019