Adviento Domingo I, B

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Comenzamos hoy el tiempo de Adviento y a la vez damos inicio al año litúrgico B. Adviento es un tiempo de esperanza. Recordamos que vino el Señor; que Él viene cada día a nuestro encuentro. Pero, esperamos al Señor que vendrá definitivamente para establecer su Reino, como el mismo lo prometió. La espera de su venida tiene sabor a fiesta y alegra nuestro corazón.-
La primera lectura del Profeta Isaías nos ayuda a clamar por la venida del Señor porque Dios es “nuestro Padre”, es el Alfarero y nosotros la obra de sus manos” (Is 64, 7). El profeta reconoce que la aparente lejanía de Dios con su pueblo es debido al pecado que éste ha cometido – han olvidado de invocar el nombre de Dios, no han sabido aferrarse a su Dios- y por ende, el pueblo necesita ser salvado. Por su suplica, Isaías presenta a Dios el anhelo de todo su pueblo, el de volver a contar con el cariño de su “Redentor”.
San Pablo (1Cor 1,3-9) en la segunda lectura insiste sobre el hecho que somos beneficiarios de la gracia de Dios y que estamos llamados a mantenernos en comunión con Jesucristo (1cor1, 9). A la vez, debemos vivir “irreprochables” y consecuentes con nuestra pertenencia a Dios, mientras aguardamos la Venida de nuestro Señor Jesucristo. De paso, el salmo 79 nos ayuda a elevar el grito de súplica hacia el Señor para que “su mano vigorosa” nos sostenga y nos apoye en nuestro caminar.
El evangelista San Marcos, traza las líneas de acción que nos permitirán ser fieles a Dios hasta el día de la Venida de nuestro Señor: estar atentos; vigilar y velar. En el peregrinar de nuestra vida debemos prestar atención y estar prevenidos porque ignoramos el momento de la llegada del Señor. Se trata de tener nuestra mente y nuestro corazón atento a la presencia de Dios en el diario vivir (Mc 13,33). Hemos recibido el encargo de cuidar la casa, pero no sabemos cuándo vendrá el dueño. Estemos dispuestos a dar cuenta del amor del que hemos beneficiado en la primera venida de Jesús, nuestro Salvador. Vigilar sin cesar y sin desfallecer es nuestra continua misión: “Vigilen ya que no saben la hora en que vendrá el dueño de casa” (Mc 13, 35). La invitación es que no dejemos de cumplir fielmente nuestras tareas y nuestro trabajo. Bien, sepamos que aquel que nos ha amado siempre es el mismo quien afirma nuestros pasos para que correspondamos a su incomparable fidelidad.
¡Que María, interceda por nosotros, mientras nos embarcamos en este precioso tiempo de espera y de esperanza para prepararnos convenientemente a la Navidad! Y que en nuestras acciones anhelemos que: ¡VENGA EL REINO DE DIOS! ¡Así sea!

P. Bolivar Paluku Lukenzano, a.a