Domingo III de adviento, B.

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Este tercer domingo de adviento, es conocido como el “Gaudete”, es decir – ALEGRENSE. Es un día de alegría. Lo escuchamos bien en la primera carta de San  Pablo a los Tesalonicenses: “Estén siempre alegres. Sean   constantes en orar. En toda ocasión den  gracias…” (1Tes. 5, 16-24).  El motivo de alegría es que hemos sido tocados por el Señor: su espíritu reposa sobre nosotros. En  palabra de Isaías en la primera lectura: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar un año de gracia del Señor. Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios” (Is 61, 1-2).-

¿Cuál es el motivo de nuestra alegría?

Debemos vivir alegres porque somos amados por Dios, porque en  Cristo somos hijos e hijas de Dios y porque somos hermanos entre nosotros. También: “El motivo de esta alegría es muy profundo: Dios está cerca, Dios viene a nuestra vida a cumplir sus promesas de salvación. Al encender hoy la tercera vela de la Corona de Adviento, aumenta nuestra esperanza y alegría, porque se nos anuncia la cercanía del Señor” (Adalzabal).

Pero ese gozo que anuncia el profeta se debe al hecho que se ha podido  dar la buena noticia a los que sufren,  vendar los corazones desgarrados, darle liberación de los cautivos y libertad a los prisioneros” (Is.61).  Esto hace que la alegría que nos causa el saber que ya viene el Salvador nos movilice a cuidarnos de los distractores que quieren tapar al verdadero motivo de nuestra espera de adviento que es Jesús que nació en nuestra historia y que hoy quiere nacer en nosotros.

Con el cántico de María que hemos meditado como respuesta a la primera lectura, podemos proclamar aquellas cosas maravillosas que ha realizado y que sigue realizando en nosotros el Señor Dios.

Finalmente, el evangelista Juan  presenta a Juan Bautista como testigo de la luz. Juan no es el Mesías: es la voz que grita en el desierto y que anuncia la esperanza que viene a liberar y a animarnos. ¿Cómo podemos llegar a ser testigos de la luz de Cristo y de su alegría en nuestra de cada día? ¿En  qué se visibilizamos que somos animados con la luz de Cristo? Se me ocurre que debemos dar ejemplo de una vida fiel al amor incondicional de Dios, lo cual motivará nuestras acciones, gestos, palabras hacia el prójimo etc.-

Quiera Dios que podamos anunciar la Buena Noticia con una actitud positiva en la vida; que seamos constantes en la oración, que sepamos dar gracias a Dios en toda ocasión, sabiendo, por tanto, descubrir continuamente los favores que nos ha hecho en Cristo Jesús y sigue haciendo en nuestra vida de cada día. Que podamos permitir que la bondad de Dios, la esperanza y la dignidad de todo ser humano sean preservadas. Y que seamos reflejos y anunciadores de la Luz divina que quiere iluminar nuestro mundo hoy, mañana y por siempre.

P. Bolivar Paluku Lukenzano,aa.