El fin de semana pasado, la palabra de Dios nos llamó a fundamentar nuestras acciones en el amor que nace de Dios y que su fidelidad debe inspirarnos a jugársela todo por amor para perseverar en la unidad.
Movidos por ese amor, hoy podemos preguntar a Jesús: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar el Reino de Dios?” Y la respuesta de Jesús es clara: vivir los mandamientos y ser consecuentes con lo que estos mandamientos nos indican vivir: despojarnos del afán de las riquezas y compartir con los demás. Porque es difícil, para los ricos que acaparan todo para sí, entrar en el Reino de Dios. Pero, ¿quién es ese rico que no puede entrar en el Reino de Dios? Todo aquel que posee algo y no se atreve a compartirlo. No puede tener lugar en el reinado de Dios, todo aquel que acumula con avaricia para sí sin importar la situación precaria de sus semejantes. De modo que deshacerse de lo que se tiene para compartir, para ir en ayuda de los demás abre las puertas del Reino.- Dejarlo todo por Cristo es dejarse llenar de lo único necesario: el sentido de una vida que toma en cuenta al otro y en él a Dios.
Hay que ser bien sinceros para elegir entre: aferrarse a Dios y quedar con el corazón apegado a las cosas, a los afectos, a las pasiones o gustos pasajeros. Jesús nos invita a vivir como Él, pero nos pone una exigencia: “Va, vende lo que tiene y dáselo a los pobres” (Cf. Marcos 10,17-30). A esta invitación o respondemos, o nos alejamos en busca de otros caminos más cómodos y más superficiales. Una cosa es que ya tengamos claro todos los mandamientos y que incluso los sepamos de memoria. Pero, otra acosa es ¿cómo nos mueven dichos mandamientos de Dios en nuestra vida de todos los días? ¿Qué priorizamos: tener, acumular cosas u honores, o más bien, aspirar a centrar nuestras vidas en Dios, confiando en su Providencia? Sepamos compartir, pensar en los demás y seremos creyentes dignos. Seamos libres ante el honor, el poder y el tener. El papa PabloVI, el obispo Oscar Romero y otros más que serán canonizados este domingo nos inspiran en este camino de fe y de seguimiento de Cristo.-
El libro de la Sabiduría nos llama a que nos dejemos llevar por la sabiduría de Dios: “Oré, y me fue dada la prudencia, supliqué y descendió sobre mi el espíritu de la sabiduría” (sab 7,7). Y como en pedir no hay engaño. Si pedimos sabiduría a Dios, Él nos estará dando lo que nos conviene y esperamos de Él. No se trata aquí de cualquier tipo de sabiduría; bien, de la que procede de Dios. Es una sabiduría que se alcanza desde la humildad y la consciencia de estar siempre dispuesto a aprender…Sepamos pedir la sabiduría de despejarnos de lo que nos amarra el corazón para abrirlo a Dios y al semejante.
Escuchar la Palabra de Dios que es viva y eficaz y nomo nos dice la segunda lectura (Heb 4, 12), en ella encontramos el camino de la sabiduría. Si realmente queremos aprender de la sabiduría de Dios, leamos la Palabra de Dios, meditémosla. Que ella oriente nuestros pasos en la vida diaria haciéndonos parte del sufrimiento y de las miserias de nuestros vecinos. ¡Que podamos despejar y despojar nuestro corazón de todas las ataduras para vivir para Dios y para los demás, hoy, mañana y por los siglos de los siglos! Y que Oscar Romero y Pablo VI, rueguen por nosotros ¡Amen!
P. Bolivar Paluku Lukenzano, aa.