El Padre Roberto Favre, A.A: Un héroe cívico desconocido

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– 12:06 Santiago

La enorme dificultad que la sociedad argentina evidencia para convertir en objeto de la historiografía los acontecimientos ocurridos en la década de 1970 ha tenido en estos días una manifestación significativa, a raíz de la discusión pública sobre la valoración de la violencia insurreccional llevada a cabo por las organizaciones armadas. La falta de abordaje objetivo de los hechos, que no invalida de ninguna manera las opiniones diversas, está hoy implicando una limitación para convertir en historia uno de los tramos más conflictivos de la vida argentina desde sus orígenes, lo que no significa olvidar sus consecuencias funestas, y mucho menos negar la necesidad de curación del alma nacional, para mirar al futuro desde cimientos más consolidados.

   Hubo muchos argentinos que participaron de la violencia, otros la sufrieron y otros simplemente fueron testigos. Nadie duda que esa violencia causó la mayor tragedia civil de la historia republicana argentina, desde 1853. Hoy transitaremos la biografía de un simple cura de barrio, hijo de las pampas argentinas, que fue esencial en el mantenimiento de la altura ética necesaria para seguir considerándonos una sociedad civilizada, y que por su carácter alejado de toda espectacularidad no ha recibido aún el homenaje que su persona merece. Esta es la vida de Roberto Favre. 

Nacimiento, familia y formación

   Roberto Favre nació en el pequeño pueblo de Villa Sauze, partido de General Villegas, en la frontera oeste de la provincia de Buenos Aires, a metros de la frontera con La Pampa, el 26 de junio de 1933, en el seno de una familia de inmigrantes afincados en el campo argentino. Aprendió sus primeras letras en la escuela pública de su pueblo. Adolescente, se muda a las afueras de Buenos Aires, asiste al secundario en un colegio privado, y comienza a frecuentar la Escuela Apostólica “San Agustín”, regenteada por los padres asuncionistas. El joven Roberto era visitante habitual de la iglesia de Lourdes e ingresa a la Acción Católica, en tiempos del conflicto del gobierno de Perón con la Iglesia, en 1955. 

Vida religiosa

   Ingresó al noviciado asuncionista en Chile, aprobando los planes de estudio de filosofía y teología. La sigla de esta congregación es  A.A. (Agustinos de la Asunción) y se la coloca a continuación del nombre de cada religioso que haya realizado los votos de pobreza, castidad y obediencia. Esta orden tiene un carisma muy particular, de carácter intelectual con inserción social, ya que surge en los tiempos de secularización en Francia, a mediados del siglo XIX, y toma la prensa como instrumento de defensa de los “derechos de Dios”. Son los fundadores del diario “La Croix” de París, actualmente el diario católico más difundido del mundo y en la Argentina crearon la revista “Esquiú” y “Auras de Lourdes”. También se destacan por ser misioneros y su participación fue muy importante en los años de persecución de la Iglesia Católica detrás de la “Cortina de Hierro”. En Bulgaria tres mártires asuncionistas son beatos.

   Favre culminó sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma recibiendo el grado de “teólogo en espiritualidad”, lo que marcará su vida religiosa. Hace sus votos como fraile y monseñor Antonio Rocca lo ordena sacerdote el 22 de febrero de 1964 en la iglesia de las Mercedes, en el Bajo Belgrano porteño. Fue vicario en San Martín de Tours; párroco en Nuestra Señora de Lourdes; directivo del colegio San Román; y superior de las comunidades de Santos Lugares y de Mendoza. Llegó a ser el superior de los asuncionistas en la Argentina en 1973, desde donde fue solicitado para tareas mayores en la Iglesia. 

Vicepresidente de la CAR y su protagonismo en la tragedia de los 70

   Su llegada a la vicepresidencia de la Conferencia Argentina de Religiosos, un organismo representativo de todas las órdenes religiosas masculinas, marca el inicio de un protagonismo social y político que Favre nunca buscó. El año 1976 fue gravísimo para la Argentina y también para la Iglesia Católica, y como en un sortilegio del calendario, serán tres tragedias las que marcarán sesenta días de luto y muerte.

   El 4 de junio la casa asuncionista de “La Manuelita”, un barrio periférico de San Miguel, al noroeste de la ciudad de Buenos Aires, fue atacada por personas vestidas con fajina militar. Durante el operativo el hermano Carlos A. Di Pietro a.a. logra comunicarse con el P. Favre a.a. y le pregunta por el P. Jorge Adur a.a., que pareciera ser el verdadero objetivo. Fueron sus últimas palabras conocidas, ya que tanto Di Pietro como el hermano Raúl Rodríguez a.a. fueron secuestrados ese día y permanecen hasta hoy como desaparecidos.

   Desde ese día, y hasta hoy, el P. Favre a.a. no ha cejado en perseguir la verdad y la justicia por estos religiosos bajo su responsabilidad. Primero interpuso un “habeas corpus” en el Juzgado Federal N° 3 de San Martín, en la provincia de Buenos Aires. En una de sus insistentes visitas para saber sobre el expediente, una empleada judicial se le acercó en el ascensor y le pidió que no volviera, ya que lo seguían en el propio juzgado, y que ella le mantendría informado si había novedades. El padre Favre siguió yendo a los tribunales.

   Realizó gestiones ante la Nunciatura, la Conferencia Episcopal, no sólo por el caso de los asuncionistas, sino por los otros casos de religiosos desaparecidos. En este tiempo nace su relación con el superior de los jesuitas, el padre Jorge Bergoglio sj., hoy Papa Francisco. Hay que decir en homenaje a la verdad que el buscado padre Jorge Adur a.a., en ese momento en la clandestinidad y luego convertido en capellán de la organización terrorista “Montoneros”, abandonó el país gracias a la gestión de Pío Laghi, y vuelto al país en 1980, resultará desaparecido. Todo esto fue denunciado ante la CONADEP (Comisión Nacional por la Desaparición de Personas) por el sucesor de Favre como superior regional de los asuncionistas, el P. Vicente De Luca a.a.

   El 4 de julio fue nombrado como obispo de Zárate – Campana Alfredo Espósito Castro, antiguo compañero de estudios de Favre. Al llegar a la iglesia donde se celebraba la consagración del nuevo obispo, el nuncio Laghi abordó a Favre y le preguntó si sabía lo ocurrido en la parroquia San Patricio. Su asombro fue enorme al enterarse que había sido asesinada toda la comunidad religiosa de los palotinos, y fue mayor aún el asombro, cuando Laghi le informó que iba a ser Favre quien hablaría en representación de las órdenes religiosas al día siguiente. El 5 de julio se celebró el funeral concelebrado por el arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Juan Carlos Aramburu, varios obispos, el nuncio Laghi, decenas de sacerdotes, y con la presencia de autoridades civiles y militares, destacándose entre ellas el general Carlos Suárez Mason.

   El padre Favre, que posteriormente atribuyó sus palabras a la acción del Espíritu Santo, dijo valientemente: “No puede haber voces discordantes en la reprobación de estos hechos. Tenemos necesidad de buscar más que nunca la justicia, la verdad y el amor para ponerlas al servicio de la paz… Hay que rogar a Dios no sólo por los muertos, sino también por las innumerables desapariciones que se conocen día a día… En este momento debemos reclamar a todos aquellos que tienen alguna responsabilidad, que realicen todos los esfuerzos posibles para que se retorne al Estado de Derecho que requiere todo pueblo civilizado”.

   Más adelante Favre señaló, en el mismo sermón: “Estas muertes vienen a sumarse a otras de todos los días y a los innumerables desaparecidos que nadie sabe dar razón. Son hechos que injurian a Dios y a la humanidad” Es el primer reclamo público por los desaparecidos hecho frente a autoridades, según tenemos conocimiento. Días más tarde, el convento de Lourdes fue allanado e intimidados los religiosos que vivían allí, bajo la dirección de Favre. Para completar esta serie nefasta de hechos horribles, el 4 de agosto fue asesinado en La Rioja, el obispo Enrique Angelelli.

   A fines de la década más violenta de la historia argentina moderna, el padre Favre dejó de ser superior regional y fue destinado a la comunidad de Nuestra Señora de las Mercedes. Más adelante, volvió a Lourdes, donde predicó, confesó y celebró hasta su retiro. Su capacidad intelectual ha sido plasmada en varios escritos, entre ellos el libro “Los Asuncionistas en la Argentina: 1910-2000”, y una ficción aún inédita sobre esos años terribles llamado “En ese tiempo extraño”. Sin duda, la figura de Roberto Favre es la conjunción de lo mejor de la Argentina. Fruto de la inmigración, con raíces criollas auténticas, hombre de Dios y de los hombres, supo hacer lo correcto cuando eso era ponerse en riesgo, y es el fiel de la balanza que equilibra la acción de la Iglesia en esos tiempos convulsos hacia el lado de la bienaventuranza de los justos, uno de los cuales sin duda es Roberto Favre, que quizá algún día merezca ser conocido como un santo.

Fuente: https://www.elliberal.com.ar/noticia/505856/padre-roberto-favre-aa-heroe-civico-desconocido?utm_campaign=ScrollInfinitoDesktop&utm_medium=scroll&utm_source=nota