¡Qué bueno llegar a este este momento para celebrar (tranquilamente= los que podemos) la Navidad! ¡Qué alegría sentir y gozar de la presencia de Jesús-Niño-Dios! Y, en medio de nuestras preocupaciones y de los altibajos de la vida, una gran noticia nos llega, la del nacimiento del Niño Dios. Con su llegada: “El pueblo que caminaba en la tiniebla ha visto una gran luz” (Is.9, 1ss). ¡Qué bien saber que su presencia trae un poquito más de esperanza a nuestro mundo desgarrado por los conflictos bélicos! ¡Qué bien alabar a quien, con amor, asume nuestra debilidad, para llenarnos de su amor a fin de que amemos a los demás como él nos ama!
En el nacimiento de Nuestro Salvador, Dios se hace solidario con nosotros. Sale de su mundo para habitar en medio de nosotros de manera que podamos contar con Él en todas las circunstancias de nuestra vida. Nos llama a identificarnos con su gran amor divino que se nos manifiesta en la sencillez del pesebre y en el rostro de nuestros semejantes. Como la Virgen María, nuestra misión es de disponer todo nuestro ser para recibir la Luz de Cristo, “el sol de lo Alto que viene a visitarnos” (Lc1, 78). Por amor a la humanidad, el Emmanuel (Dios con nosotros) nace para devolvernos la felicidad. Quiere enviarnos a hacer que todos sean felices en nuestro entorno. ¿Qué estoy dispuesto a hacer para que esta Navidad tenga tanto sentido para los demás, así como lo es para mí? Si Dios se compadece de nosotros, ¿Cómo viviré compadecido esta Navidad?
Jesucristo nace en un establo, El que es “de condición divina” (Filp 2,6), se abaja (se anonada) sin reclamar su divinidad para levantarnos de nuestras caídas. El lugar donde él nace es sencillo, simple, pero acoge a todos los que le vienen a rendir honor… Los pastores (cuidadores de animales), gente sencilla, gente muy entregada a una tarea sacrificada lo reconocen primero; y son los primeros en adorarlo. Con mucha bondad, la comunidad debe manifestar su cariño y su cercanía compartiendo la alegría de Navidad con los hermanos más necesitados. Son gestos de generosidad que debemos multiplicar todos los días.
Todos los días, Jesús quiere nacer en nuestra vida. El busca morar en el corazón nuestro: ¿estamos dispuestos a dejarle el lugar que le corresponde?
Hoy estamos contentos porque Jesús nace de nuevo en el corazón, porque con su nacimiento los problemas tienen solución o más bien, los entendemos mejor… Pero, si pensamos bien, no todos están alegres en nuestro barrio, o quizá en nuestra casa, en el mundo hay guerras (+/-22 países). ¿Que nos falta para que el Jesús Niño Dios, amigo y Salvador de todos pueda ser también motivo de alegría y de esperanza para los que sufren, los que lloran, los que están enfermos, los refugiados, los hambrientos, los desocupados, los abandonados? Con todo eso: ¿Qué es para mí celebrar hoy la Navidad?
Navidad: fiesta de nacimiento de Jesús es fiesta de la Iglesia-familia, fiesta de alegría compartida…fiesta del amor de Dios que se encarna en un niño indefenso para enseñarnos a tomar en cuenta al prójimo… una oportunidad para derribar las fronteras del egoísmo, fiesta del intercambio de lo divino con lo humano: si Dios se dignó venir a nuestro mundo, a nuestra humanidad, ¿por qué no iríamos al encuentro del que nos ha ofendido, del que piensa diferente para reconciliarnos con él?
El mensaje de Navidad es que Dios ha venido hacia nosotros para que aprendamos a mirarnos sinceramente como hermanos. El nacimiento del Niño-Dios nos llama a cambiar nuestra pena en gozo, nuestro miedo en esperanza y nuestra soledad en comunión de armonía con los demás, con todos seres vivos y con toda la creación. ¡Alegrémonos y que tengamos una Feliz Navidad!
P. Bolivar PALUKU LUKENZANO aa