En este domingo XXXIV-A celebramos a Jesucristo, Rey del universo. Culminamos el año litúrgico. Y pronto y entraremos en el tiempo de adviento. El mensaje central de esta celebración es:
Jesucristo reina sobre el universo porque sabe jugársela por todos los vivimos en el universo. Porque sabe llevar el amor de Dios Padre a los corazones de todos los que en este mundo se dejan guiar por Él. Jesús es Rey porque “por medio de Él fueron creadas todas las cosas” (Colosenses 1, 16) y gracias a Él todo vuelve a tener un sentido verdadero incluso en las dificultades trágicas. Jesús es Rey porque ha sabido reconciliarnos con Dios cuando nos habíamos desviado del camino de la vida, de la verdad, de la generosidad.
Jesucristo es Rey porque nos enseña a creer en Dios, a confiar en los demás y descubrir que, en medio de los problemas, Dios no nos dejará. Y que, aunque parezca que todos nos olvidan o se burlan, con Dios y en Dios triunfamos, gracias a la imagen y semejanza de Dios que llevamos en lo más profundo de nuestro corazón.
En la primera lectura del Profeta Ezequiel (34,11-12.15-17), el Señor se nos presenta como el Pastor que se preocupa de su rebaño, que lo apacienta y reúne a sus ovejas dispersas. Dios es nuestro Pastor y con él nada nos puede faltar (Salmo 22, 1). En la segunda lectura, San Pablo nos exhorta a que nos unamos a Cristo quien “murió y resucitó de entre los muertos, el primero de todos” (1Cor 15, 20). Cristo ha de reinar “hasta que ponga sus enemigos debajo de sus pies” (1Cor 15, 25).
El evangelio (Mt25, 31-46) nos recuerda que es en cada momento que nos la jugamos por el Reino de Dios. En las acciones concretas de todos los días, abrimos las posibilidades de que seamos admitidos a la fiesta del Reino. Jesús deja claro que cuando a un hambriento damos de comer, a un sediento damos un vaso de agua, y/o cundo atendemos a cualquier necesitado, a él servimos. La pregunta simple es: ¿cómo atiendo al prójimo? A Jesús, ¿le he dado la mano cuando se me ha presentado en camino de mi vida, en cualquier instante?
¡Que a su llegada nos encuentre Cristo nos encuentre dispuesto a atenderlo en sus diferentes modos de presentarse!
P. Bolivar Paluku aa.