TODOS LOS SANTOS 1 noviembre: Ser santo(a), ser sí mismo(a) en Dios.

1466

Celebramos la Solemnidad de Todos los Santos y Santas. Es la fiesta de todos y cada uno de nosotros, llamados a ser santos como nuestro Padre celestial. ¡Fiesta para dar gracias a Dios por todos los que, viviendo su vida terrenal normal, no perdieron de vista a Dios! ¡Todos los santos y santas que supieron reflejar el amor de Dios en todo cuanto pudieron realizar porque vivieron siempre unidos a Dios! ¡Vivieron con y de Dios! 

La1era lectura del Apocalipsis de san Juan (Ap.7,2-4.9-14) nos habla de una visión de una muchedumbre de seres, de pie delante del trono, con palmas en sus manos. Se hablan de 144 mil que serían los bautizados por Juan. En un contexto de dificultades por las persecuciones, san Juan predica la esperanza a un pueblo que sufre. Les recuerda que Dios es más fuerte que el tormento de la muerte.  

El salmo 23, 1-6 nos conduce a pensar en la manera cómo nos relacionamos con Dios. Recalca que es digno de mantenerse en presencia de Dios: el “hombre de corazón puro, que tiene las manos limpias; que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente” (Salmo 23).

San Juan en la segunda lectura, 1Juan 3, 1-3 nos recuerda que Dios nos ama de un amor inigualable. “Ha querido que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente” (1Jn 3, 2). Nos conoce Dios y desde su amor permite que lo reconozcamos y nos mantiene firme en la esperanza de contemplarlo cara a cara en su Reino eterno. 

El evangelio (Mateo 4, 25-5, 12) nos da la recomendación que Jesús nos da para llegar a la felicidad. En las bienaventuranzas Jesús da una nueva manera de entender la felicidad: ¡Felices los que lloran! ¿Cómo?  Cristo llama felices a los que lloran y a los que sufren porque tienen la esperanza de ser salvados. ¡Felices los pobres! No porque sea bueno no contar con lo necesario. – Sino porque al no tener nada, feliz eres tú a quien le falta todo porque Dios te colmará de sus bienes, de su dignidad, del valor verdadero de tu existencia a pesar y con tus limitaciones y faltas. ¡Felices los que confían en Dios a pesar de las circunstancias de la vida por la que te encuentres aquí y ahora! ¡La felicidad verdadera nace del hecho de saber responder a la propia vocación de bautizado, de ser “como Dios”, de dejar que Cristo viva y actúe en nosotros! ¿Dejo a Dios ser Dios en mí?

¡Demos gracias a Dios que nos ha elegido “para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor» (Ef 1,4)”! ¡Que todos los santos y las santas que comparten ya la presencia de Dios nos fortalezca en nuestro peregrinar terrenal para que vivamos con caridad y con amor de Dios nuestra vida cotidiana, nuestras responsabilidades, poniendo a Jesucristo en el centro de nuestra vida para bien de todos nuestros semejantes y para una sana convivencia con el medio ambiente!

P. Bolivar Paluku Lukenzano,aa.