BAUTISMO DEL SEÑOR

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Con la Solemnidad del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo damos por culminado el tiempo de Navidad. La liturgia de la Palabra insta a valorar la vida divina a la que nacemos en el Bautismo: Somos “hijos (as) predilectos (as)” de Dios. – 

La profecía de Isaías 55, 1-11, llama a disfrutar gratuitamente del festín preparado para el pueblo que Dios se eligió. La Palabra de Dios está al alcance de toda persona y quiere volver a Dios dejando rastro.   Sus pensamientos son insondables. Llama a la conversión: “que el malvado abandone su camino y el hombre perverso sus pensamientos, vuelva al Señor, y Él tendrá compasión, a Dios que es generoso en perdonar” (Isaías 55, 7).

El cántico de Isaías 12, 2-4bdc.5-6) nos llama a vivir con confianza en Dios y a dar gracias a al Señor: “Den gracias al Señor, invoquen su Nombre … ¡Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso: ¡que sea conocido en toda la tierra…!

El apóstol San Juan en su primera carta (1Juan 5, 1-9) recuerda quienes son los vencedores del mundo: los que han nacido de Dios son aquellos que creen que Jesús es Cristo, los que aman al Padre… Aman a Dios todos los que cumplen los mandamientos de Dios. En Jesucristo, Dios Todopoderoso se ha hecho presente y cercano a los hombres. Se ha hecho de carne y hueso permaneciendo semejante a Dios… Jesucristo es el amor mismo. Él es el amor en persona. El espíritu, el agua y la sangre constituyen el testimonio sobre este mismo amor de Jesucristo, quien bautizado en las aguas del Jordán el mismísimo que dará su vida en la cruz. 

San Marcos 1, 7-11 retrasa el episodio del bautismo del Mesías sobre quien reposaría el Espíritu de Dios para liberar a los cautivos…En el momento del bautismo del Señor, Dios lo proclama como “Tu eres mi Hijo muy querido, en quien he puesto toda mi predilección” (Mc 1, 11). 

¿Por qué tuvo que bautizarse Jesús? Para solidarse con su pueblo e introducirlo en la vida de los predilectos de Dios. Para sumergirnos en el amor de Dios. Dijo San Gregorio de Nacianzo: “Cristo es hoy iluminado, dejemos que esta luz divina nos penetre también a nosotros; Cristo es bautizado, bajemos con él al agua, para luego subir también con él”.  Nos basta con aceptar el amor de Dios como nos lo ha querido manifestar Jesucristo con su Bautismo en el Jordán, haciendo de las aguas del Bautismo una fuente de la nueva humanidad y surco para le “restauración” y “regeneración” a la vida divina. ¡Vivamos alegres y confiados porque, desde el bautismo el Espíritu de Dios habita en nosotros, con nosotros va y con nosotros lucha para sobrellevar las contrariedades de la vida cotidiana!

P. Bolivar Paluku Lukenzano aa.