A todos los asuncionistas: religiosos y laicos
28 de agosto 2023
Feliz fiesta de San Agustín
En mi breve mensaje con ocasión de la fiesta de la Asunción, les decía que todavía estaba en
Filipinas realizando los trámites para obtener el visado que me permitiera instalarme en Roma.
Me alegro comunicarles que ahora me encuentro en nuestra comunidad de Due Pini de Roma
desde el jueves 24 de agosto. Gracias por sus oraciones y buenos deseos.
Hoy vengo para desearos a todos una feliz fiesta de San Agustín. Es nuestra fiesta. Somos
Agustinos de la Asunción. Al día siguiente de mi llegada a Roma, tuve una sesión de trabajo
con el Hermano Didier Remiot (antiguo Ecónomo General). Le pedí que me ayudara a echarle
una mirada a la situación financiera de nuestra congregación. Recuerdo que, durante nuestra
reunión, no dejaba de repetirme lo siguiente: “Siempre he pedido a los ecónomos que no toquen
al portafolio”. Sí, es un patrimonio que tenemos que guardar celosamente para nuestra
seguridad financiera. Esto me hizo pensar directamente en otro patrimonio que tenemos:
nuestro patrimonio espiritual. Para éste, la recomendación es exactamente la contraria y puede
verse como un mandato: tenemos que recurrir a él todos los días. Este patrimonio es inagotable.
Y, como sabéis, nuestro patriarca San Agustín ocupa en él un lugar de honor.
Es cierto que cuando san Agustín escribió sus Confesiones, lo hizo ante todo para alabar a Dios.
Al confesar la alabanza a Dios, quería renovar su propio fervor recordando cómo Dios había
obrado maravillas en su vida, y así ser cada vez más consciente de su necesidad de Dios. Pero,
como él mismo dice, era también para los demás. Quería acompañar a los que estaban en un
camino como el suyo, para animarlos a confesar la misericordia de Dios. En el libro II de sus
Confesiones, san Agustín lo expresa así: “Cuento esta historia, pero ¿a quién? No es a ti, Dios
mío, sino que, ante ti, la cuento a mi raza, al género humano, por pequeña que sea la porción
de los que se encuentren con este escrito. ¿Y por qué he de hacerlo? Evidentemente, para que
yo, y mi posible lector, podamos considerar desde qué profundidad debemos clamarte. Y qué
más cerca que tus oídos, para un corazón que te confiesa y vive de la fe” (Confesiones, Libro
II, 3,5).
Con tantas cosas que pasan a nuestro alrededor, parecemos perdidos. Sin saber qué hacer ni
cómo hacerlo. Pero el Padre d’Alzon, en su instrucción de 1868, nos pide que continuemos
nuestro trabajo tal como Dios nos lo propone: sin lamentaciones inútiles por el pasado y sin
esperanzas decepcionantes para el futuro. (E.S. p. 142-143). Para lograrlo, necesitamos saber
escuchar a nuestro maestro interior. San Agustín está ahí para iniciarnos en esta escucha
porque, al fin y al cabo, el fruto de esta escucha es el amor verdadero. Y lo que hagamos con
él siempre será bueno. “¡Ama y haz lo que quieras!
Que la celebración de hoy nos lance de nuevo a la aventura de Dios dejándonos transformar
por él. San Agustín es una figura que sigue inspirándonos. Gracias a aquellos de nuestros
hermanos asuncionistas que han descubierto esta gran riqueza agustiniana y que nos han
ayudado a hacerla más accesible a los principiantes. Esta es una oportunidad para rendir
homenaje a nuestros hermanos como los Padres Goulven Madec, Marcel Neusch y Edgard
Bourque y para animar a los más jóvenes como los Padres Nicolas Potteau, Jean-François Petit
y otros.
¡Feliz fiesta a todos! Y que San Agustín, nuestro patriarca, siga inspirándonos, especialmente
en este tiempo de turbulencias para nuestra Iglesia, pero en el que todavía son perceptibles los
signos de la acción de Dios y de su Reino. Solo tenemos que seguir aprendiendo a discernirlos.
Y san Agustín está aquí para ayudarnos. Que los que hoy celebran el aniversario de su primera
profesión, y los que están a punto de hacerla, encuentren aquí la expresión de mi oración para
que crezcan siempre en el espíritu agustiniano para la vida y la misión.
¡Feliz fiesta a todos!
Ngoa Ya Tshihemba, aa
Superior General