Fiesta del nacimiento de San Juan Bautista

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Celebramos en este domingo la Natividad de San Juan Batista. Es el precursor de Jesús, es decir es quien anunció que venía un Mesías que salvaría a la humanidad.  Es el más grande de los profetas.  Tuvo una vocación particular de anunciar la salvación a todas las naciones. Ha sido elegido por el Creador desde antes de nacer. Esta realidad de Juan  Bautista corresponde bien a lo que el profeta Isaías nos da a conocer cuando dice: “El Señor me llamó desde el vientre materno, desde el vientre de mi madre me llamó por mi nombre” (Is 49,  1-6). Y, ¿por qué ha sido llamado este profeta por Dios? Ha sido llamado para ser “Servidor de Dios”: “me ha llamado para ser su servidor, para ser luz de la naciones, para que llegue la salvación” (ídem).

El salmo de meditación  refuerza aún esta confianza en  el Dios que conoce todo sobre nosotros como al igual que sobre Juan Bautista. Así canta el salmo: “Señor, tú me sondeas y me conoces,  Tu sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso… Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el vientre de mi madre: te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras! (Salmo 138, 1-3. 13-15).  

Es bueno reconocer que somos valiosos ante los ojos de Dios. Nos tiene en  este mundo para una misión y él es nuestra salvación: “soy valioso a los ojos de Dios y mi Dios ha sido mi fortaleza” (Is.49, 5).

Con  la convicción  de saberse en las manos de Dios,  Juan Bautista anunciará al Señor. Profetizará acerca de Él,  lo mostrará al pueblo israelita e incluso lo bautizará. Lo cual implica que Juan Bautista tenía una misión especial.  Es lo que desde su nacimiento fue marcando a los que lo vieron llegar al mundo cuando se preguntaban: “¿Qué llegará a ser este niño?”(Lc 1, 57-66. 80).  Lo que todos ignoraban es que la mano de Dios estaba con él. Desde ya, rompe con la tradición de los nombres en su familia y la humana porque nace de Isabel, una mujer de edad y con nula posibilidad de concebir un hijo. Al ser concebido este Juan  Bautista, su padre queda mudo durante todo el embarazo. Al nacer, recibe un nombre que nunca había existido en su familia. Luego vivirá en el desierto alimentándose de langostas y predicará un nuevo modo de vivir invitando a los demás a conocer a Jesús y a vivir una conversión verdadera.

“Juan es modelo para quien se dedica a preparar los caminos al Señor. Juan presenta a Jesús a los demás, como quien presenta a un amigo. Y se retira, cuando ya cada uno ha entrado en relación personal con Jesús el Mesías. Ésta es la actitud de todo evangelizador: dejar que crezca Dios en el corazón de los otros sin interferencias personales. Es la libertad, como hace el Bautista, la que tenemos que respetar. Si una persona escucha al Señor y se compromete, el intermediario debe retirarse calladamente” (P. Martín Irure).

P. Bolivar Paluku Lukenzano, a.a