Domingo XXV, a: ¡Sepamos desear el bien a los demás y alegrarnos de su logro!

1347

¿A  qué nos invita hoy la Palabra de Dios hoy?


De la primera lectura retenemos: “Los pensamientos de ustedes no son los míos.  Busquen  al Señor mientras se deja encontrar,  llámenlo mientras está cerca”… nuestro Dios es generoso en  perdonar… “ (Is 55, 6-9).
Del Salmo: “Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grande es insondable”… El Señor es justo en  todos sus caminos y bondadoso en    todas sus acciones (Salmo 144, 2-3)…“sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia” (Flp 1, 20ss).
Del Evangelio: “Muchos de los primeros serán  últimos, y muchos de los últimos serán  los primeros,… amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?… Quiero dar a este lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?” (Mt 19, 30-20).


El  dueño de la viña en persona sale en busca de la persona que quiere que trabaje en su viña. Sale en  diferentes momentos. No llama a todos de una vez por todas. Llama a cada uno en  un  momento dado para una misión  determinada. Lo llamativo es que al terminar el día, el Señor a todos para darle su salario.  A todos les paga lo mismo, según  lo acordado, aunque no todos trabajaron lo mismo.
Dios paga según su bondad y no según los méritos: el dueño de la viña es quien decide lo que regala a cada uno. Lo importante es que cada uno se dedique a hacer bien lo que le corresponde y meterse en  cosa de otros. Tanto los que han trabajado mucho para Dios como los que recién  conociendo su camino, todos contamos con la misma gran  bondad del Padre misericordioso.
Jesús nos enseña que muchos de los que hoy han creído en  Él, pueden  ser los últimos. Y su reino es para quienes que de verdad se dejan transformar por el amor de Dios que es igual por los demás. 
¿Fue justo o injusto el dueño de la viña? Pagó lo acordado. Y pagó con amor a los que no hicieron mucho, pero lo poco que hicieron lo hicieron con  amor y con  entrega. ¿Soy consciente de que el amor de Dios es igual para todos? ¿Dejo que Dios de a cada uno lo que Dios le quiere dar o me pongo como el justo merecedor de la mejor parte?


Pidamos que Jesús nos enseñe a comprender que los que lo hemos conocido desde hace mucho tiempo,  apoyemos y nos alegremos con los que recién comiencen  el camino de la fe.  Que nos ayude a no separarnos nunca de su amor. Y que juntos, nos unamos y busquemos a vivir según  la bondad de Dios.  Si Él es tan  bueno con nosotros,  ¿Cómo no vamos a comprender que a cualquier hora de la vida debemos estar preparados para responder a invitación de Jesús para evangelizar? Que estemos dispuestos a dejar que Cristo viva en nosotros y que gracias a su amor aprendamos a alegrarnos de los logros y beneficios de los demás. ¡Es signo de madurez saber reconocer el bien  venga de donde venga y felicitar el logro de quien sea! ¡Sepamos compartir la alegría de todos los que crecen  y avanzan! Por un ser humano que crece, crecemos todos…

P. Bolivar Paluku Lukenzano, aa.