Domingo XII, B: ¡No tengamos miedo, nuestro Padre-Dios cuida de nosotros!  (Job 38, 1.8-11; 2Cor. 5, 14-17; Mc 4, 35-41)

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En este día del padre, la liturgia de la Palabra nos lleva a meditar sobre la infinita bondad de nuestro Padre-Dios y su providencia que cuida de cada una de sus creaturas y su misericordia protege a todos los que claman hacia Él. 

En efecto, si la primera lectura del libro de Job (38, 1.8-11) destaca la vigilancia de Dios para con su siervo. Se trata de una manifestación de Dios en la vida del justo Job, quien en muchos momentos de sufrimiento cuestionó la presencia del Señor en su vida.  En la visión de la tormenta, Job escucha la voz de Yahveh que se le revela para manifestarle su fuerza y para fortalecer su fe. 

El evangelio según San Marcos (4, 35-41) nos muestra a Jesús enseñando a sus discípulos, por medio de parábolas (la del sembrador, del grano de mostaza, del Reino de Dios simbolizado en la semilla que crece sola). Nos invita a pasar a la otra orilla del lago después de despedirse de la gente.  Y en esta travesía se levanta una marea tormentosa- 

Deteniéndonos un poco en el momento del hecho comprendemos que: al atardecer; se levantó un viento… todo coincide con que Jesús se había quedado dormido: el sueño de Dios… Se despiertan los discípulos reprochándole a Jesús su inatención, pero Él no tarda en actuar: solo basta con un grito y la tempestad se calma…  por su parte, reprocha la poca fe de sus discípulos. Normalmente si ellos habían visto tantos milagros que realizó Jesús que no debían temer nada estando Él con ellos.  

Ahora bien, ¿qué nos dice hoy este evangelio (Mc 4, 35-41)? Nos dice que, en nuestra vida existe momentos parecidos a aquel atardecer, donde nos sentimos removidos y a veces dudamos de la compañía de Jesús, siendo que Él nunca nos deja solos. Sin embargo, sabemos que si clamamos a Él con fe, nuestro Dios no tarda en actuar. Viene siempre en nuestro auxilio.  

Una pregunta: ¿Cuáles son estos momentos tumultuosos de nuestra vida? ¿Cómo los enfrentamos? ¿Qué lugar le damos al Padre Dios, a su presencia en la desesperación de nuestra noche oscura, en incertidumbre? ¿Confiamos verdaderamente que Él actúa a nuestro favor o simplemente nos damos por vencidos? 

La segunda lectura del día (2 Cor. 5, 14-17) nos recuerda que, porque hemos sido bautizados en Cristo, en Él está nuestra fortaleza.  Él nos renueva y nos asegura los pasos cuando pasamos por momentos duros, como el que vivimos con esta pandemia. Su acción es silenciosa de modo que podemos pensar que está dormido, pero El, con el amor infinito de Padre bondadoso nos cuida, nos ampara y nos preserva de todo mal. Dios, con su corazón de Padre nos guía por sendas de paz y tranquiliza las tribulaciones de la vida.     

Confiemos nuestra suerte a su misericordia. ¡Que El mismo reafirme la entrega de los padres presentes y ausentes para que sean bendecidos por Cristo y se alegren en el cariño de sus hijos e hijas, hoy mañana y por siempre!  Amen

P. Bolívar PALUKU LUKENZANO, a.a