Domingo XVII, C: DIGAMOS PADRENUESTRO y VIVAMOS COMO HERMANOS

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Hoy la Palabra de Dios centra nuestra atención  sobre  la oración del cristiano. Es un dialogo con Dios Padre. Es constante,  insistente y perseverante. Se realiza desde la confianza de hijo (a) para con el Padre Eterno y compromiso con los hermanos.

A la petición de uno de sus discípulos sobre cómo deben orar,  Jesús responde proponiendo el Padre Nuestro (Lc 11,1-4/Mt 6, 9-13.-):“Cuando oren  diga: Padre nuestro que estás en el cielo…”. Se trata de una oración comunitaria que une al creyente con el Padre Dios y con los hermanos en  la fe.  Orado en plural (nuestro, nosotros), el Padrenuestro  refleja el carácter comunitario de nuestra fe cristiana.  Aun cuando es rezado en  la soledad del encuentro personal con Dios, al decir Padre nuestro, evocamos nuestra vinculación con los demás, desde Jesucristo y en  la perspectiva del Reino de Dios y en una apertura a la voluntad de Dios.   Esta oración por excelencia de la comunidad une a los cristianos católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes. Y en  esta oración expresamos un cierto número de deseos como son: la santificación del nombre de Dios,  la venida del Reino de Dios,  la voluntad de Dios,  el pan de cada día,  el perdón  de las ofensas y la capacidad de perdonar,  la fuerza de vencer la tentación  y la liberación del mal.- En el centro de esta oración está la primacía de Dios quien es el Padre-Bondad-Misericordia que sustenta y sostiene a sus hijos y cuyo nombre es eterno. 

Al rezar el Padre nuestro expresamos nuestra confianza en Aquel que nos ha creado con Amor y que, en Jesucristo, nos ha salvado y ha hecho de nosotros sus hijos adoptivos.- El Padre nuestro es una escuela de oración: nos enseña a volver nuestra mirada hacia al Padre Dios.  También  nos vincula a Dios como al Señor dueño nuestro (Salmo 8,2),  cuyo  nombre es santo y  que da la vida sin fin. Dirigimos nuestra oración al Padre como lo hizo Jesús cuando se retiró varias veces en  la soledad de la oración.  En Cristo,  si pedimos algún favor al Padre,  lo recibimos gracias a la fe, la perseverancia y sobre por la gratuidad de su amor.   ¿Cómo no ver reflejada en el Padrenuestro la síntesis de la vida cristiana, como una apertura a Dios como a quien  fortalece nuestro caminar cotidiano?  

Abraham, en la primera lectura (Génesis 18,20-21,23-32) nos ayuda a comprender que la frecuencia con la que elevamos nuestra oración  a Dios mantiene nuestro corazón cerca del corazón de Dios que tiene compasión.  Y ya que en Jesús, somos hijos de Dios desde el bautismo, su Espíritu nos hace llamar a Dios Padre de todos por igual. Porque: “en el bautismo,  fuimos sepultados por él y con  él hemos resucitado” (2 Col 2, 12-14).   Al pedir al Padre que sea santificado su nombre,  ¡santifiquémoslo con nuestros pensamientos y acciones! Al pedir que venga su Reino,  ¡vivamos de los valores de paz, bondad,  justicia, verdad que nos hacen verdaderos ciudadanos de ese Reino divino! Y que al suplicar que se haga su voluntad sepamos desprendernos del egoísmo para corresponder con el querer de Dios… Al suplicar su perdón, sepamos perdonar como él nos perdona sin límite.  ¡Que al decir Padrenuestro sepamos vivir humildemente agradecidos del Padre en cada instante y dispuestos a amar como él! ¡Así sea!

P. Bolivar Paluku Lukenzano aa.