Domingo I de Adviento, A: Estar preparado(a) como ser siempre fiel a Jesús 

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Comenzamos hoy el tiempo de Adviento. Este tiempo representa el inicio del año litúrgico y nos dispone a esperar la venida del Salvador en nuestra carne humana por medio de la Virgen María. A la vez, este tiempo de adviento nos pone en alerta mientras esperamos la segunda venida del Señor para dar cumplimiento a la historia de salvación, e introducirnos en el tiempo definitivo. Este tiempo de adviento une las dos venidas del Señor. Se recalca que nuestra vida es un viaje y un peregrinar; es un constante adviento, es decir, una espera y de la venida de Jesucristo: Llega el Señor a nosotros cada día, a través de su Palabra, actúa en los sacramentos, toca a nuestras puertas por medio de los necesitados. Y también esperamos que llegue en su gloria.  

Al iniciar este tiempo de adviento proclamamos que el Señor vino, viene y vendrá. Y sintámonos invitados a crecer en actitud de vigilancia y de disponibilidad al este encuentro con Cristo que se nos acerca en los hermanos, en los acontecimientos. Consideremos este Adviento como un tiempo de oración y de reflexión donde la espera vigilante, el arrepentimiento, el perdón y el anhelo de vivir alegremente nuestra fe nos fortalecen.  

En este primero domingo de adviento recalca el fin de los tiempos. Habrá fin. Nada de lo que hay en este mundo es definitivo. Por eso, nos recuerda Isaías que es mejor andar por los caminos del Señor; es preciso subir a la montaña del Señor, a la casa del Dios de Jacob porque habrá paz para quien se mantenga firme y perseverante en el Señor.

San Pablo (Romanos 13, 11-14ª) nos da una pista, de que, para ser unido a Dios, debemos saber que “ya es hora de que despertemos porque la salvación está ahora más cerca”, “basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias”: ¡Revístanse de Jesucristo!

El evangelista Mateo (24, 37-44) nos presenta la venida cercana de Jesucristo el Hijo del Hombre que puede ocurrir en cualquier momento. Deja claro que debemos ser precavidos, vivir despiertos y que debemos cultivar el valor de la responsabilidad mientras vivamos el tiempo actual. La pregunta es simple: ¿Cómo estamos preparando el corazón para la venida de Jesús para nuestro final de la existencia personal y para el fin de los tiempos? ¿Cómo nos preparamos en cada instante de todos los días? ¿Vivimos sabiendo que, en realidad, esta vida presente está orientada hasta la vida si fin, la vida eterna? ¿Qué puedo hacer para que el materialismo, el egoísmo, el ajetreo de esta vida no me haga olvidar el fin último de la historia? ¿Qué signos percibo de la realidad del mundo de hoy que pueden ser obstáculos en el caminar con Dios? ¿Soy consciente de que el tiempo que pierdo, la amistad que pierdo, no los podré recuperar? ¿Estoy realmente preparado para estar despierto, vigilante cuando llegue Jesucristo para mi encuentro definitiva con mi Dios? ¿Cómo me estoy comportando hoy, en espera de la venida de mi Salvador?

Pidamos que venga el Señor con su Reino de amor para sanar el corazón herido, para unir a las familias, para reconciliar nuestros pueblos, para inspirar la sabiduría de la justicia a los que tienen poder de decisión, para inspirarnos compasión y solidaridad con los demás. ¡Que Dios nos ayude a estar siempre despiertos, siempre preparados para responder a su amor con amor para vencer la indiferencia! ¡Nos ayude Jesús a que, en vez de armas de destrucción, se instaure puentes de encuentro y plazas para vincularnos y para dialogar con respecto! 

 

Bolívar PALUKU LUKENZANO, a.a