En este cuarto domingo de pascua, meditamos sobre el Buen Pastor y sobre nuestra Vocación de llegar a ser y amar como Él. Jesús es nuestro buen Pastor (Juan 10, 11). Es la Puerta abierta a la vida divina (Jn 10, 9). Cristo es el Dios hecho hombre que camina con nosotros. Y nadie puede pretender vivir desde el Padre Dios si no profundiza en su experiencia de amistad con Jesús.
Estamos llamados, hoy, a estar a la escucha de Dios, a escuchar y a reconocer la voz de nuestro Buen Pastor (10, 4) en cada momento de nuestras historias personales, incluso en estos tiempos de pandemia.
La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (2, 14ª.36-41) insiste sobre el llamado a la conversión y al nuevo nacimiento: “Que cada uno se convierta y se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sea perdonados los pecados y así recibirá el don del Espíritu Santo” (Hechos 2, 38). La segunda lectura de 1Pedro (2, 20b-25) presenta los sufrimientos de Cristo como camino de nuestra salvación: “Él llevó sobre la cruz nuestros pecados (y dolores), cargándolos en su cuerpo, a fin de que muertos al pecado, vivamos para la justicia ; por sus heridas, nosotros hemos sido sanados. Los que andábamos como ovejas perdidas, hemos vuelto al Pastor, al Guardián” (Hch 2, 24-25).
Con el salmo 22 aclamamos personalmente: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar”(sal 22,1).
En efecto, Jesucristo es nuestro Pastor (Guardián), y es la puerta (el camino hacia el Padre celestial). “Yo soy el buen Pastor, conozco mis ovejas y ellas me conocen a mí”, dice Jesús.
He aquí una buena imagen para entender nuestra manera de relacionarnos con Jesús: si Él nos guarda, nos cuida, estamos a salvo de cualquier peligro. Si Él nos orienta, no hay como perdernos de camino. Y nada puede asustarnos… En Él, nos sentimos seguros.
¡Qué bien es contar con Alguien, Jesucristo, que cuida de nosotros solo porque nos nos ama!
¡Qué bien es pertenecerle a Alguien que nos asegura que junto a Él nada nos hará daño, en este tiempo de incertidumbre, de miedos, de confinamiento!
¡Que bien es saber que Dios nos conoce!
¡Que bien es escuchar la bella voz de Jesús para darla conocer a los demás!
¡Que bien es ser llamado (a) por el mismo Buen Pastor para ponernos al servicio de los demás, para favorecer el bien común, para recalcar wue es vital vivir agradecidos! ¡Que bien es que el mismo Buen Pastor nos anima a pastorearnos, cuidarnos unos a otros, a cuidar de la bella creación y a promover el amor y la concordia entre las personas!
¡Que Jesús, nuestro Pastor, nuestro Amigo, Salvador y nuestro guardián sostenga nuestra vocación de servicio a los demás! Reflexionemos: ¿Cuál es la vocación que he recibido de Dios? ¿Cómo la estoy viviendo aquí y ahora? ¿Qué me falta mejorar para estar atento(a) a la voz de Cristo, mi Buen Pastor?
P. Bolivar PALUKU LUKENZANO, aa.