III Domingo TO, C: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado a proclamar la Buena Noticia a los pobres…”

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La Primera lectura del libro de Nehemías (8, 2-4ª.5-6.8-10, nos relata la experiencia de un pueblo que se ha reunido para dar gracias a Dios, celebrar juntos la unión con su Señor. Aprovechan la ocasión para escuchar la Palabra de Dios desde el alba hasta promediar el día. “Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo levantando las manos, respondió: ¡Amen!, ¡Amen! Luego se inclinaron y se postraron con el rostro en tierra”.-…”Este es un día consagrado al Señor, su Dios. No estén tristes ni lloren”.  

De lo anterior, el pueblo se une en alabanza y adoración a Dios, sin quedarse en las meras diferencias que hay entre uno y otro. Esta unidad desde la diversidad está bien presente en la segunda lectura (1 Corintios 12, 12-30). San Pablo compara al pueblo de Dios con el Cuerpo humano que es uno aunque con diferentes miembros y sus diversas funciones: Somos el Cuerpo de Cristo y cada uno es miembro de ese Cuerpo. No debe haber rivalidad entre nosotros por más importante que sea el servicio que realizamos en la comunidad o en la familia, en la sociedad. ¿Cómo participo en edificar mi Iglesia: familia y Cuerpo de Cristo?

Desde los diferentes carismas y dones que hemosrecibido de Dios, pongamos el empeño en acrecentar entre nosotros la unión y la concordia, así viviremos en armonía y en paz unos con otros.

San Lucas (1,1-4.4, 14-21) presenta a Jesús estando en Nazaret, donde entra en la sinagoga, lee la Palabra de Dios acerca del Mesías y dice al Pueblo que todo lo escuchado se refiere a Él. Jesús va revelando que su presencia en medio de su pueblo no es cualquier presencia. Es la gran Presencia del Ungido de Dios que trae la Buena Nueva, Buena Noticia de la Salvación y de la liberación de los pobres, de los cautivos, de los oprimidos. En fin, en Él, en el Mesías de Dios, Salvador del mundo, está la esperanza de los que sufren, la salud de los enfermos, la justicia para las víctimas de la explotación y de la injusticia. ¿Cómo no creer en Jesucristo si es el Ungido de Dios? ¿Cómo no confiar enÉl si con su presencia se cumple la Promesa que Dios tiene para salvarnos y librarnos de todo peligro? ¿De qué modo puedo seguir anunciando la Buena Noticia de Dios con mi vida de cada día?

 

P. Bolivar Paluku, aa.