SAGRADA FAMILIA, año A: A pesar y con las dificultades diarias ¡ser familia!

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Estando en este ambiente festivo de Navidad y en la espera del año nuevo, se nos ofrece celebrar a la Sagrada familia de Nazaret, la de Jesús, María y José. Una familia común, con sus problemas cotidianos y firme a su vocación de estar bajo la custodia de Dios. Dios, Padre eterno escogió una familia humana para llegar a salvarnos y a enseñarnos que dentro de nuestra realidad particular como familia podemos llegar a Él. 

Los textos bíblicos propuestos por la liturgia nos regalan una rica Sabiduría en el camino de enfrentar las dificultades dentro de la familia. La primera lectura del Eclesiastés (3, 3-7, 14-17) nos recuerda lo valioso que es cimentar la familia sobre el AMOR de Dios, el respeto entre los diferentes integrantes de la familia. Respeto y honra a los padres y a los mayores. Respeto, buen trato y responsabilidad de los padres para con sus hijos. “El que honra a su padre expía sus pecados y el que respeta a su madre es como el quien acumula un tesoro. El que honra a sus padres encontrará alegría en sus hijos y cuando ore será escuchado (Ecl 3, 7ss).  La segunda lectura Colosenses 3, 12-21, que somos todos “elegidos, santos y amados de Dios” y que hay algunas actitudes que deben caracterizarnos: compasión, benevolencia, perdón mutuo, unidad de un mismo cuerpo, sentido de pertenencia, saber dar gracias, corrección fraterna… 

El evangelio (Mt 2, 13-15. 19-25) presenta un momento difícil que experimentó la Sagrada familia:  le tocó exiliarse y migrar frente a la amenaza de muerte del Niñito Jesús recién nacido. El rey Herodes movido por su odio y su pretensión puso en peligro la vida de la Sagrada familia. San José, hombre atento a los mensajes de Dios, obedeció a las indicaciones del ángel y salvó su humilde familia huyendo a Egipto. 

Puede parecer insólito que la familia que el Todopoderoso para su Hijo no escapara de las dificultades parecidas a las de nuestras familias. Como si esta situación de peligro no bastara, María y José se encontrará en la angustia de perder a su Hijito Jesús, entre otros momentos tormentosos vividos en su vida.  Es una señal que Dios ha querido compartir nuestra realidad, incluso en sus sufrimientos. De allí que, Dios mismo puede iluminarnos a la hora de discernir, resolver los problemas y orientar nuestras decisiones familiares desde el Amor y la gratitud, la dulzura y la perseverancia. 

¡Dios nos regale serenidad, paz, paciencia, compasión, benevolencia para vivir nuestras realidades familiares con la consciencia de que ninguna familia es perfecta! ¡Que los vínculos de amor y de cariño unan aún más nuestras familias, en su diversidad!  ¡Que el agradecimiento por lo que cada uno representa en la familia nos ayude a superar los conflictos esforzándonos a perdonar, a darnos oportunidades y sostenernos mutuamente desde la confianza en Dios que nos une y es más fuerte que lo que nos divide! 

P. Bolivar Paluku Lukenzano, aa.