Cuando los centros de negocios y los supermercados se llenan de gente para comprar los regalos con las ofertas de última hora, cuando, en algunos casos, la preocupación por no tener suficientes medios para comprarles regalos a todos o no se sabe con quién pasar estas fiestas, la palabra de Dios nos invita a calmarnos y a no olvidarnos del huésped, del invitado principal de esta fiesta, que viene hacia nosotros: el Niño Dios, Jesús.
La palabra de Dios, hoy nos recuerda que la felicidad nuestra no depende sólo de lo que podemos hacer ni de lo que es posible a nuestros ojos. De aquí el reto de Dios a David, en la primera lectura del 2°libro de Samuel: “¿Eres tu quien me va construir una casa para que habite en ella?… Tu, sólo ve y haz lo que piensas porque: “Yo estaré contigo en todas tus empresas,… te pondré en paz con todos tus enemigos… Tu casa y tu reino durará por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre” (2 Sam 7, 1-5.8bss)…
Que en este ajetreo del fin de año, no olvidemos poner a Dios en el centro de nuestras preocupaciones para que nuestras acciones tengan frutos duraderos; y nuestros regalos alegrarán el corazón de quienes los reciban. Y que sepamos darle gracias. Que podamos decir con el salmista hoy: “Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades”. (Sal 88, 2ss).
El apóstol san Pablo en la segunda lectura del día nos recuerda que: “Solo Dios puede fortalecernos, él es el único sabio que ha de ser alabado, y cuyo nombre ha de ser glorificado…” (cf. Rom 16, 25-27). ¡Claro! Si Dios es quien nos levanta y nos fortalece, ¿cómo no nos va a socorrer? ¿Habrá algo que le supere? ¿Qué podemos hacer para permanecer en Él, para no olvidarnos de su presencia y cercanía?
La Virgen María sabe indicarnos cómo hacer para que nuestra vida tenga firmeza en Dios. Ella ha dicho sí a la invitación del Ángel Gabriel por eso ella puede alegrarse: “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre todas las mujeres… No tema María porque has encontrado gracias ante Dios. Porque para Dios nada es imposible… Por eso, María adhiere a Él al decir: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. (Lc 1, 18-24).
María es la llena de gracia por haber creído que en ella será posible lo que el Ángel le ha dicho, y sobre todo por haberse abierto a la posibilidad de confiar que Dios puede hacer con ella lo que aparentemente es imposible.
En este último domingo de adviento, que sepamos disponernos a lo que Dios quiere de nosotros, y no tanto a lo que queremos que Él haga… Si su reino no tiene límites, es que el Mesías Salvador que nos llega de parte de Dios nos trae novedades, ánimo y esperanzas. No nos resistamos a su llamado de compartir con los demás la alegría de creer en Cristo. ¡Que el nacimiento ya próximo de Jesús nos traiga paz, nos llene de esperanza y nos guíe el camino de la concordia y de la verdad! ¡Estemos disponibles a colaborar con Dios en su plan de dar un rumbo nuevo a nuestra vida! ¡Así sea!
P. Bolivar Paluku Lukenzano, aa.-