Mientras nuestro mundo da que hablar con los problemas de crisis de toda índole, la liturgia nos invita a meditar sobre la Ascensión de Jesús, o mejor dicho, su glorificación…Esta glorificación de nuestro Señor nos fortalece y colma de esperanza. Ya que Jesucristo, nuestro Salvador, culminando su misión terrenal vuelve al Padre eterno para esperarnos en la fiesta de la felicidad eterna en Reino de amor, justicia y verdad.
En su gloriosa Ascensión, Jesucristo da un sentido profundo a nuestro peregrinar en la tierra. Nos recuerda que la vida en esta tierra vale la pena ser vivida, con sus altibajos; pero con realismo, calma y serenidad porque no es la definitiva.
Al mismo Señor que los discípulos vieron predicando, sanando y liberando, ahora es “elevado” en presencia de sus discípulos (Hechos 1, 11). Entendemos que, así mismo elevará, glorificará a todos los que creen en Él y viven de su amor porque: “Subiendo a las alturas, llevó a los cautivos y dio dones a los hombres …” (Ef. 4, ).
¡Cómo no darle gracias a Jesucristo por tan gran amor de tener un lugar especial para nosotros en su corazón bondadoso! ¡ Cómo no agradecerle la esperanza con la que suaviza con su misericordia las dolorosas situaciones que experimentamos cada día!
En fin, la gran promesa de la venida del Espíritu Santo nos reconforta aun más. ¡Que nada ni nadie detenga nuestra misión de dar a conocer la victoria de Cristo sobre todas las fuerzas de este y que en todo lo que hagamos seamos animados de la gozosa esperanza que nos regala Cristo, nuestro y resucitado a quien corresponde el honor y la gloria por siempre!
P. Bolivar Paluku lukenzano