Domingo XXI, T O, C: ¡ENTREMOS POR LA PUERTA ESTRECHA DEL AMOR DE DIOS…

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¡Qué bien  que estemos aquí para celebrar la vida y la fe en este domingo con el mensaje de esperanza en la salvación de Dios, gratuita para todos! ¡Qué bien  que Jesús nos recuerde hoy que hay para nosotros una puerta estrecha que nos lleva al Reino de Dios, reino de vida y de justicia!   
Cuando a Jesús se le presenta una pregunta: “¿Señor, es verdad que son pocos los que se salvan?” Él sólo tiene esta respuesta: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán” (Lc 13, 22). 
Si “Dios quiere que todos los hombres y mujeres se salven” (1Tim 2:4), es preciso sin embargo que sepamos optar por el camino correcto: asemejarnos a Jesús, el humilde hijo del carpintero de Nazaret. La fe en  Jesús nos mantiene en la dirección  de esta puerta. Jesús es la puerta, es el camino que lleva a Dios.  Adherirse a su enseñanza es aceptar vivir amando sin condición. Esto es aceptar derivar los obstáculos que nos impiden ser coherentes y auténticos. Tratar de entrar por la puerta angosta es buscar mantenerse fiel a Dios en  todas las circunstancias de la vida. ¿Estoy siempre unido a Cristo o me conformo con  cumplir ciertos ritos en determinados momentos de mi vida? No depende sólo de nuestra propia  voluntad ni del mérito el acceder a la puerta angosta y estrecha. Es un don de Dios. Don de la humildad que Dios da a su pueblo y que sólo los pequeños y dóciles saben  valorar.- Vivir buscando la unidad que viene de Dios. 
La profecía de Isaías 66,18-21 nos recuerda que es Dios quien toma la iniciativa de formar un pueblo que él mismo  reúne de todas las naciones: “Yo vendré dice el Señor para reunir a las naciones de toda lengua – dice el Señor -;  vendrán para ver mi gloria (Is. 66, 18). Dios viene a constituir su pueblo de entre las naciones;  viene a unificarnos, viene a invitarnos a superar todo tipo de divisiones. Es decir que Dios no solo nos indica el camino a seguir para llegar a ser salvados,  también toma la iniciativa de educarnos para mantenernos bajo su guia para que vivamos  estando  atentos a las necesidades del prójimo…
La indicación es clara: hay que “tratar de entrar por la puerta estrecha” para alcanzar  la salvación. Lo cual se traduce en hacer un esfuerzo día tras día de encontrarnos con Dios para que lo conozcamos cada vez más y él nos reconozca de verdad y nos abra puerta de su Reino en el encuentro definitivo para que él nos diga: entra, hijo, mío porque te conozco y te reconozco muy bien ya que has practicado la caridad; has amado como yo amo, has pasado haciendo el bien…
 ¡Ojo! Hay algunos que son “últimos, y que serán primeros; y hay otros que son primeros serán los últimos” (Lc 13, 30).   Los cristianos comprometidos no pueden creerse los mejores y con mérito a recibir la salvación de Dios. La invitación es que nos abramos a los demás;  que ayudemos a los que piensan distinto a abrirse a la salvación. Nos hará falta una dieta espiritual que nos permita vaciarse de sí mismo,  no inflarse el ego.  Se nos invita a aceptar las dificultades de este camino con esperanza. Cuidémonos de renegar contra Dios a la primera prueba que nos toca vivir,  sino que busquemos asociar nuestras pruebas y sufrimientos los de Cristo por medio de los cuales hemos sido salvados y liberados. ¡Que avancemos con esperanza y sin desalentarnos a la hora de la prueba (Heb 12, 13), sabiendo que ninguna aflicción puede ahogar el amor Dios. Con el salmista: ¡Alabemos al Señor, glorifiquémoslo porque es inquebrantable su amor y su fidelidad permanece para siempre (Salmo 116,1-2)!
 
P. Bolívar Paluku Lukenzano aa.