“El Ángel entró al lugar donde estaba María, y le dijo: – ¡Te saludo, predilecta de Dios! El Señor está contigo. María quedó sorprendida ante estas palabras”. Recogemos la sorpresa: la Virgen María quedó sorprendida ante el saludo del Ángel, sorprendida ante el hecho de la Anunciación. Seguirán muchas otras sorpresas. En nuestra vida encontramos muchas sorpresas, y con sorpresa o no, en un momento escuchamos sobre un familiar, un amigo, o sobre nosotros mismos las palabras que nos diagnostican una enfermedad o un fracaso. El dolor nos sorprende por la forma en que nos llega, y por la intensidad que nos llega, y por las cuestiones que nos hace enfrentar ¿qué tengo? ¿qué vendrá? ¿Cómo lo viviré?
Duele el ver el dolor de los seres queridos; y nos lleva a compasión, a sintonizar con ellos y a sufrir de algún modo con ellos. Compasión, unión en la pasión. Y alegra la salud y robustez, el gozo de los que queremos: María se alegra: tu pariente Isabel, tenida por estéril, concibió un hijo y ya está en el sexto mes de su embarazo.
En este santuario los padres Asuncionistasejercen el ministerio de acompañar a los que sufren, a los que vienen buscando el sentido de su dolor; vienen dando luz con su predicación; acompañando con sus oraciones; perdonando a los heridos o enfermos del alma. Cambian las personas, pero sigue la tarea y rezamos para que este Santuario sea un foco de misericordia y esperanza. ¿Qué tenemos que hacer con los enfermos, con los que sufren? Respetarlos, quererlos, sostenerlos en la esperanza: ahora sufres, pero hay un futuro glorioso. Ahora la oscuridad cubre la tierra, la noche envuelve a las naciones; salimos de una y vamos a otra; la violencia, los heridos y la muerte siguen y parece que llevan las de ganar. “El Señor brillará sobre ti y sobre ti aparecerá su gloria; al ver a tus hijos que vienen desde lejos y al escucharlos cómo proclaman las acciones gloriosas del Señor, estarásradiante de alegría, tu corazón se llenará de gozo”(1ra. lectura).
“El que estaba sentado en el trono dijo: Yo hago nuevas todas las cosas”. Junto a la Virgen María, Inmaculada y Gloriosa, esperamos ese gran día. Mientras tanto la iglesia, nosotros, el pueblo santo de Dios debemos seguir venciendo al mal en este mundo. Cada uno de nosotros desde la vocación que Dios nos da y en las circunstancias en que vivimos, porque estamos en Chile y en Santiago, cada uno vivimos las situaciones de modo diferente. A la Virgen María se le dice: “no tengas miedo, María, porque Dios te ha concedido su favor”. No te lo puedes ni imaginar, pero así es: serás la Madre del Mesías, Madre de Jesucristo Dios y hombre verdadero. A tu prima Isabel se le ha regalado una maternidad asombrosa porque en plena vejez cuando la molestaban por estéril va a tener un hijo. A ti, María, se te regala una maternidad más excelsa aún: tú eres joven, pero tú sin intervención de varón y por obra del Espíritu Santo quedarás embarazada, tendrás un Hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grade y lo llamarán Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará para siempre sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin”.
Cuando uno de nosotros se bautiza, cuando uno se casa, cuando uno es ordenado sacerdote u obispo, es normal que surja la incertidumbre: ¿seré capaz? ¿Cómo será eso?… Quien recibe un hijo o quien acepta un servicio o trabajo debe abrir los ojos y los oídos: Dios te promete un futuro, un camino inimaginable. Cuando enfermamos o enferma un ser querido, cuando estamos en el dolor de un problema o de un fracaso, cuando nos sentimos esclavos de un pecado venimos ante la Virgen de Lourdes: el pecado que parece tan fuerte ha sido derrotado en la Virgen María porque Ella es Inmaculada: nació sin mancha de pecado original y sin pecado vivió toda su vida; la Virgen Inmaculada es obra excelsa de Dios: para Dios no hay nada imposible.
Lo primero que tenemos que hacer es mirar a Dios y a Jesucristo y dar gracias por la Virgen María Inmaculada. Después tenemos que renovar nuestra fe: ¿crees en la resurrección, crees en la vida eterna, crees en el cielo? Porque debemos sostener la esperanza de quienes sufren. Debemos visitar a los enfermos y debemos hablarles y escucharles, pero no les basta una visita de cortesía o social sino una visita de persona, de hermano, de creyente; debemos conversar de la familia y el entorno etc., pero debemos conversar de lo trascendente, y debemos rezar por nuestros enfermos y con nuestros enfermos (sin cansarlos, sin molestarlos, pero sí rezar). Yo les invito a que recen en las misas por sus enfermos, yo les invito a que vengan aquí a la Gruta de Lourdes, y a que no tengan miedo; no tengan miedo a los enfermos, a encontrarse con la gran pregunta ¿estás haciendo tú sufrir a esa persona? ¿Qué puedes hacer tú para ayudar y aliviar a esa hermana o a ese hermano? En tu corazón y en tu mente escucharás la respuesta: deberías visitarle o deberías escucharle, o deberías tomar aquel punto donde tenéis conflicto, o deberías privarte de algo (incluso de unas vacaciones o de algunos días) para ayudarle económicamente porque los procedimientos y los remedios de la enfermedad son costosos. Esta la demanda de un mejor servicio de salud; y ciertamente que los organismos estatales de salud, los profesionales médicos, enfermeras, auxiliares etc. tienen importante responsabilidad para organizamos en un Chile más solidario y fraterno (el modo comouna sociedad trata o maltrata a sus débiles y enfermos manifiesta cómo está la convivencia social). Pero no es menos cierto que todos, todos, pero especialmente nosotros los católicos, tenemos mucho que aprender y avanzar en el trato y servicio a quienes sufren. … Miren, después de comulgar, en la última oración de esta misa, pediremos a Dios por intercesión de la Virgen María que “fortalecidos por el cuerpo y la sangre de tu Hijo, haz que seamos, en medio del mundo, testigos de tu amor”.
Primera Homilía del señor Arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós Braco, OFM. cap, en la gruta de Lourdes de la Comuna de Quinta Normal, Santiago de Chile.
11 de febrero de 2020, cuando se cumplieron 162 años de las apariciones de la Virgen a Bernardita Soubirous.